Mercurio y Venus como Esclarecedores del Zodiaco

Mercurio como esclarecedor del Zodiaco

Según la idea de nuestros antepasados, nuestra alma y espíritu y nuestro instinto e inteligencia a menudo se han confundido. Al menos, es lo que creemos hoy en día. En realidad, para los antiguos, el alma y la mente (o el intelecto) eran una única cosa o, para ser más exactos, la mente era el instrumento de comunicación del alma humana con el mundo exterior.

Así que para nosotros el alma todavía posee un carácter más o menos primitivo y animal, aunque tendemos a imaginarla como el componente etéreo, divino o sagrado e inmortal de todo ser y en cuanto al espíritu, éste se nos aparece totalmente despojado de contingencias materiales.

Sin embargo, cuando Mercurio es el Esclarecedor del zodíaco de la carta astral de un ser, su espíritu práctico se revela a menudo el instrumento de su conciencia. A través de él puede tomar conciencia de sí mismo, a condición evidentemente que el instrumento mental no prevalezca en él.

En efecto, existe el riesgo de que se impregne de tantas informaciones procedentes del mundo exterior, que no sabe diferenciar sus propios pensamientos de los de los demás.

Venus como esclarecedor del Zodiaco

No nos equivoquemos: no es el amor lo que guía al individuo que tiene a Venus como Esclarecedor del zodíaco en su carta astral hacia la conciencia que puede tener de sí mismo, sino la experiencia del amor y los sentimientos vividos, que normalmente se expresan a través de excesos de emociones y sensaciones, engendrando a su vez necesidades y una dependencia que no controla.

Podemos incluso decir que sólo cuando pierde el control de sí mismo, es decir, cuando se pierde, es cuando se encuentra y entonces accede a una aguda conciencia de sí mismo. Por eso siente una necesidad visceral de amar, más que de ser amado, y esto le ocurre desde su más tierna infancia.

Ciertamente, de nuevo vemos que es verdad que todas las personas necesitan amor. Pero quien tenga el Esclarecedor del zodíaco en Venus será empujado por una sed de amor que le servirá de guía. Siente y sabe intuitivamente que debe amar, que debe tener la experiencia del amor para adquirir una mayor conciencia de sí mismo.

Así que esta experiencia también puede resultar una prueba dolorosa, ejemplar y primordial en su vida o un cumplimiento asimismo ejemplar, incluso a veces espectacular, que, a fin de cuentas, siempre eleva el nivel de su conciencia.